Un taller de poesía es un negocio en el que aprende igual el profesor que los alumnos. Más que una lección magistral es una tormenta de ideas, o al menos un laboratorio en el que las teorías del científico son probadas por sus estudiantes, que las ayudan a pasar de lo abstracto a lo concreto. Y es hermoso ver la forma en que las personas con las que compartes tu modo de ver la literatura y de escribirla, usan el mapa no para llegar a tu isla y su tesoro, sino a un lugar propio. En esta pequeña antología de textos de las y los participantes en las dos sesiones llevadas a cabo de Licencia para mentir se muestra un abanico de sensibilidades, visiones y técnicas contrapuestas a veces, siempre diversas, en las que espero que se note el trabajo que hicimos juntos y quede algo de ello, algo que un aficionado a las metáforas extremas podría animarse a comparar con la pisada de un astronauta en la luna, yo en las de ellos y al contrario.
Es fácil hablar de poesía con gente que la ama, la respeta o la corteja, porque las afinidades son atajos, y tengo la esperanza de que el viaje que hemos llevado a cabo juntos no les haya servido a sus pasajeros sólo para cambiar de lugar, sino también de mirada. Pero al final siempre se impone la naturaleza de cada cual, su estilo, aunque sea aún latente, y ese es también mi objetivo: potenciar lo que ya hay, y de forma ideal reforzarlo echando leña nueva al fuego. En esta profesión nunca se deja de aprender, a ninguna edad y por muchos libros que hayas publicado.
Para mí ha sido un placer encontrarme con estas mujeres y hombres que se quieren embarcar como parte de la tripulación de la cultura, una nave siempre en peligro de naufragar, es decir, de esas a las que merece la pena arriesgarse a subir cuando se buscan emociones fuertes. Me ha gustado dejarles una llave de mi casa y que pudieran ver las herramientas que uso a la hora de construir mis versos. Los suyos se explican con su propia voz en esta antología que busca lo que todas: una o un lector, una manera de hacer aquello que decía T. S. Eliot: algo muy privado que se quiere compartir en público. El tiempo dirá quiénes lograrán hacer que su botella lanzada al mar llegue a mayor número costas y cuántas vidas ha cambiado su mensaje.
Benjamín Prado